(CNN) –– En el folclore alemán, los dobles o doppelgängers son considerados un mal presagio cuya presencia trae desgracias. Resulta aún más apropiado que, en medio de los conflictos geopolíticos actuales, las crecientes catástrofes climáticas y las incertidumbres económicas, parezcamos adictos a los concursos de imitadores de famosos.
Todo empezó con el actor Timothée Chalamet. En octubre, cientos de espectadores se reunieron en Washington Square Park para ver a más de una decena de veinteañeros de pelo chocolate competir por el título de doble no oficial de Chalamet. El evento, organizado por el YouTuber Anthony Po, terminó con un puñado de arrestos, una multa de US$ 500 y la aparición del propio actor nominado al Oscar. “Fue una locura”, dijo a CNN Reed Putman, un concursante que se parecía a Chalamet, después de la competencia. “La gente se agolpaba (a tu alrededor) te grababa y tomaba fotos o hacía preguntas rápidas”.
Después de eso, las cosas se movieron rápidamente. En Irlanda, un grupo de hombres comparó sus muslos con pantalones cortos de 13 centímetros de la Asociación Atlética Gaélica, con la esperanza de que su parecido con Paul Mescal fuera verificado mediante un cheque gigante de 20 € (US$ 21) (se llevó a cabo un segundo concurso en un pub de Londres, lo que aparentemente convirtió a Mescal en el primer actor en inspirar dos concursos).
Días después, más hombres jóvenes, esta vez vestidos con blusas con lazos y perlas de tres hilos, se agolparon en la plaza Soho de Londres en busca de la corona como el mejor doble de Harry Styles. Luego hubo una búsqueda del doble del actor Dev Patel en San Francisco y del cantante Zayn Malik en Nueva York. Y desde la grabación de un episodio de “Top Chef” nunca se habían reunido tantos hombres con delantal en un mismo lugar para el concurso de Jeremy Allen White en Chicago a principios de este mes. Había cigarrillos, flores de mercado y metros de tatuajes falsos, todo en referencia a las fotos de los paparazzi de White y de su personaje Carmy Berzatto en “The Bear”. La semana pasada, Zendaya –¿porque quién más?– se convirtió en lo que parece ser la primera celebridad femenina en tener su propio concurso viral de dobles en Oakland, California, mientras que el fin de semana se celebró uno para el actor Glen Powell en Austin, Texas.
Gracias a las redes sociales, cada semana parece que se viraliza un nuevo cartel de concurso, y muchos de ellos ofrecen un pequeño premio en efectivo y un artículo asociado con la celebridad o el personaje de la celebridad (el doble de White se llevó a casa un paquete de Marlboro Reds, mientras que los organizadores del concurso de Zendaya regalaron una botella de champú y acondicionador de una marca que, según se dice, usa la actriz). Estos concursos se propagan como un reguero de pólvora. Pero la idea de un concurso de dobles es, de hecho, una forma de entretenimiento consagrada por el tiempo.
En su autobiografía, Charlie Chaplin Jr. escribió que su famoso padre no solo participó, sino que quedó tercero en su propio concurso de imitadores, celebrado en el Teatro Chino de Grauman en Hollywood en algún momento entre 1915 y 1921. (Dolly Parton dijo que también participó en uno celebrado con ella, en un bar gay en Santa Mónica décadas después y perdió). Hubo concursos de Shirley Temple en la década de 1930, incluyendo uno en Sydney, Australia en 1934 y otro en 1935 en el Cleveland Food Show, donde participaron más de 900 niños. El evento fue tan popular que, según se informó, los organizadores de Cleveland organizaron tres más: uno para la femme fatale Myrna Loy, uno para la cantante Alice Faye y uno para la actriz Katharine Hepburn. Durante los últimos 40 años, un bar en Key West, Florida, ha estado organizando un concurso anual de imitadores de Ernest Hemingway.
Pero el sociólogo y crítico cultural británico Ellis Cashmore cree que hay una razón por la que estamos viendo un resurgimiento de este tipo de concursos ahora. “No creo que esto sea un vestigio de la Edad de Oro de Hollywood”, le dijo a CNN por teléfono. “Creo que (los más recientes) capturan algo que creemos en el siglo XXI (…) que la biología no es el destino”. Para Cashmore, nuestra sociedad actual se define por la idea de que “potencialmente puedes hacer cualquier cosa y ser cualquier cosa que quieras ser”.
“Lo que (el público) está viendo es una transición en proceso”, dijo. “Saben que no es realmente Harry Styles en el escenario, pero si alguien que se parece tanto a él, incluso podría ser él, le estás dando a alguien una indicación de cuán maleables y cambiantes somos como seres humanos. La humanidad no es fija”.
También existe la posibilidad de crear una verdadera comunidad, afirmó. “Estos concursos de parecidos nos brindan la oportunidad de relacionarnos y formar nuevas relaciones con personas que hasta ahora no conocíamos y con las que nunca nos cruzaríamos ni siquiera les saludaríamos en un gimnasio, en un club, en un bar, en un supermercado o en cualquier otro lugar”, añadió Cashmore. “Pero el hecho es que comparten un interés común, que es la celebridad”.
Andy Harmer, artista tributo profesional a David Beckham y fundador de Lookalikes, una de las principales agencias de imitadores de celebridades del Reino Unido, cree que tiene más que ver con el hecho de que «los humanos están interesados en todo tipo de simetría». Harmer, que está escribiendo un libro sobre la historia de su industria única, relata ejemplos de imitadores en la naturaleza: «Los insectos palo usan (la similitud) para sobrevivir. Y algunas flores se parecen a las abejas», dijo a CNN en una entrevista telefónica, en referencia a la orquídea abeja que imita la apariencia de una abeja hembra para fomentar la polinización. «Es algo natural», dijo.
Sin embargo, su carrera como doble de Beckham no siempre fue tranquila. “Cuando él (Beckham) fue expulsado contra Argentina (durante el Mundial de 1998), todos lo conocían, pero todos lo odiaban”, dijo Harmer. “Victoria y yo solíamos recibir muchos insultos, amenazas de muerte y cosas así”, dijo, en referencia a una amiga suya que se parecía a Victoria Beckham. “Era una locura”.
Según el documental de Channel 4 de 2020, “The World’s Most Identical Strangers”, se estima que una cara tendrá al menos siete coincidencias de doppelgänger. Pero el Dr. Manel Esteller, presidente de genética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, señaló que doppelgänger es un término relativo. “Los perfectos son los reales, los gemelos monocigóticos (separados del mismo embrión) con más del 90% de similitud”, dijo por correo electrónico. “A partir de ese punto, puedes parecerte un 85%, 80%, 75% a alguien. El punto de corte determina el número de los llamados “gemelos virtuales” en el mundo”. En 2022, un estudio en la revista científica Cell Reports descubrió que los dobles sin conexión familiar compartían variantes genéticas.
Si tienes la suerte de tener un parecido sorprendente con una celebridad, Harmer asegura que puede convertirse en una carrera lucrativa. Se ha ganado la vida como el doble de Beckham durante 20 años, trabajando con él en anuncios publicitarios e incluso apareciendo en la película de 2002 “Quiero ser como Beckham”. La estrella de su agencia es Denise Ohnona, una doble de Kate Moss nacida en Lancashire que ha desfilado en la pasarela para Marine Serre y Vetements en la Semana de la Moda de París. “Fue muy popular este año”, dijo. “Muchas marcas se están dando cuenta de que las dobles son realmente geniales (…) Es bastante rentable. No estás pagando lo que pagarías por la verdadera”.
Pero ¿tiene algún impacto psicológico el hecho de que tu identidad esté tan estrechamente ligada a la de otra persona? Harmer afirma que no tiene por qué tenerlo. “Trátalo como si fuera un disfraz”, aconseja, “y no te obsesiones demasiado con ello”.
Y para la última cohorte de victoriosos imitadores, Harmer tiene un consejo más: “Contáctame, porque puedo convertir tu apariencia en dinero”.
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